La alimentación es un elemento clave para quienes reciben cuidados paliativos, ya que influye directamente en la energía, el bienestar y la calidad de vida de los pacientes. Mantener una dieta adecuada puede ayudar a reducir síntomas, mejorar la digestión y fortalecer el organismo frente a la enfermedad.
En cuidados paliativos, la prioridad es ofrecer una nutrición que sea fácil de digerir, nutritiva y que se adapte a las necesidades individuales. No se trata solo de qué comer, sino de cómo preparar los alimentos y presentarlos de manera que resulten apetecibles y seguros para el paciente.
Algunos consejos prácticos para mejorar la alimentación en este contexto incluyen:
- Fraccionar las comidas. Ofrecer pequeñas porciones varias veces al día facilita la digestión y asegura una ingesta constante de nutrientes.
- Priorizar alimentos nutritivos. Verduras, frutas suaves, proteínas de calidad y granos integrales aportan vitaminas y energía necesarias.
- Hidratar adecuadamente. Mantener una buena hidratación ayuda a prevenir complicaciones como la deshidratación y mejora el estado general.
- Adaptar texturas y consistencias. En algunos casos, los pacientes pueden requerir alimentos blandos, purés o líquidos enriquecidos con nutrientes.
- Involucrar a un especialista. Un nutricionista o profesional en cuidados paliativos puede diseñar un plan alimenticio personalizado, seguro y efectivo.
Además, la alimentación adecuada no solo influye en el aspecto físico, sino también en el bienestar emocional. Comer con gusto y sentir que se recibe cuidado integral genera confort y mejora la disposición del paciente para enfrentar los tratamientos y el día a día.
En Quito, contar con un servicio especializado en cuidados de nutrición para pacientes paliativos asegura que la alimentación sea un complemento esencial del cuidado integral, adaptada a cada necesidad y etapa de la enfermedad.
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